BICENTENARIO DEL URUGUAY
Ha tomado estado público el inicio de los festejos oficiales por el Bicentenario de 1811 en la Banda Oriental, conmemorando el período histórico que culminó en independencia. Ahora bien, el Uruguay no tomó parte alguna en los festejos de la conmemoración, el año pasado, de los sucesos de la Semana de Mayo de 1810. Sucesos que, como se sabe, marcaron el inicio de todo el proceso ante la prisión del Rey Fernando VII, y por tanto la vacancia del Trono. Hecho que tuvo como consecuencia la formación de Juntas de Gobierno, como en España, y que los avatares posteriores culminaron, por que no decirlo, en la destrucción de esa maravillosa construcción geo-política que fueron los Reynos de Indias, de la que se aprovecharon otros imperialismos extranjeros para atarnos, por otras vías, tal vez comerciales y culturales, a su carro avasallador.
A nuestro entender, nos parece profundamente equivocada la forma de percibir la Historia en nuestros días. Tanto desde el punto de vista de los hechos como desde el punto de vista socio-político.
No hubo aquí, mal que les pese a muchos orientales, una separación de los sucesos de Buenos Aires, sino todo lo contrario, una armonía de procederes buscando el mismo fin. Nunca mejor argumento que el propio pensamiento del General Artigas, que a dos días de su victoria en Las Piedras, envía, con fecha 20 de mayo de 1811, a Francisco Xavier de Elío, un mensaje en el que le dice: “Este ejército concluirá la obra en que se halla tan adelantado y VS hará apurar la copa de las desgracias a esos habitantes si no resuelve que sea reconocida la autoridad de la Exma. Junta Provisoria (la de Buenos Aires) de estas provicias por ese pueblo y que lleve a ella sus votos por medio de un representante conforme al reglamento publicado y siguiendo así las medidas que han adoptado todas las provincias de España para conservar ilesos los dominios de nuestro Augusto Soberano el Señor Don Fernando VII de la opresión del tirano de la Europa que ha causado tantos males cuantos toda ella experimenta”.
Basta entonces, a nuestro leal saber y entender, con la lectura de este breve pero enjundioso párrafo de nuestro héroe máximo, para echar por tierra todo intento que pretenda separar los sucesos de Mayo del 10 con lo sucedido en la Banda Oriental. Sólo puede ocurrírsele tal dislate a quien, enancado en un absurdo patriotismo de capilla estrecha, se niega a entenderlo, y pretende festejar aparte, como si esto no tuviera nada que ver con aquéllo.
¿Acaso pretende ignorarse que en la batalla de Las Piedras rindieron su sangre criollos del Regimiento de Patricios, sí, aquel del Coronel Cornelio Saavedra, de gloriosa y fecunda actuación? ¿Qué se pretende con esa separación de festejos? Tal vez sea un enigma a resolver. ¿Hay intereses político-partidarios mezclados con ese complejo anti-argentino, y se busca por todos los medios separar claramente que ellos son los “porteños” y nosotros los “uruguayos”? Reflexione el amable y paciente lector de estas líneas dictadas por el corazón ante tan sorprendentes nuevas.
Sabemos que las banderas artiguistas, a veces manoseadas o usadas indebidamente por grupos partidarios que dividen a la familia oriental, parafraseando a Lavalleja, no son otra cosa que la bandera creada por el General Belgrano, alistadas con las bandas punzó del federalismo. Reiteramos la pregunta entonces: ¿Qué sentido tiene ese festejo haciendo “rancho aparte”?
Se ignora que todos somos hispanoamericanos, integrantes de esa hermosa unidad geopolítica que fueron los Reynos de Indias, como decíamos al principio, y cuya disgregación trajo penurias. Tantas que el propio Bolívar, al fin de sus días pudo reflexionar: “hemos arado en el mar”.
Entonces, señores, ¿todo empezó en 1811 y terminó en la Convención Preliminar de Paz y en la Constitución de 1830? ¡Qué poca historia tenemos despojados de los restantes hermanos de América, aún de los más cercanos, y ni qué hablar de la fecunda tradición hispana!
Basten para cerrar estas reflexiones las palabras del ilustre historiador Don Felipe Ferreiro en “La Disgregación del Reyno de Indias”: “Si la Convención Preliminar de Paz nos privó del derecho a volver a vivir en «unión y libertad» con los demás pueblos hermanos, no por eso se apagaría en el corazón de los orientales de la generación revolucionaria, la llama del sentimiento que durante casi veinte años los había llevado a considerarse «compatriotas» de los demás indianos” (cfr. ob. cit., Montevideo, Barreiro y Ramos Editores, 1981, pág. 205).
Señores, se ha equivocado el camino pretendiendo festejar aparte, pues al decir de aquel insigne español de la generación del '98, Don Ramiro de Maeztu, cruelmente asesinado en jornadas trágicas para España: “en América se puede ser noble sin serlo en España”, pues todos, criollos y peninsulares tenían los fueros y derechos de los Reynos de España e Indias. Es preciso enmendar lo que debe ser enmendado, so pena de tergiversar los hechos históricos, y de dividir lo que no puede en manera alguna, por lazos de sangre y de heroísmo, ser dividido.
Jorge P. Andregnette Capurro
Desde el Real de San Felipe y Santiago de Montevideo
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