sábado, 8 de mayo de 2010

Ante el atentado


DESAGRAVIO

Un ignoto komisario ideológico de la KK GB gobernante, en otro acto de persecución a la cultura y discriminación de la religión católica, ha tenido la osadía de quitar el nombre prócer de Don Gustavo Martínez Zuviría a la hemeroteca de la Biblioteca Nacional, que él presidiera durante años, mientras difundía la gloria de las letras argentinas por el mundo, con decenas y decenas de obras propias.

El brutal —de brutos— doble atentado, a la cultura argentina y a la cultura católica, ha sido recibido con aplauso por la DAIA, con una perversa muestra de odio mentiroso, digno de las calumnias y falsos testimonios de sus mayores ante Pilato.(1) Hugo Wast nunca fue antisemita, como calumnia la DAIA: un católico no puede serlo, como tampoco podía aplaudir la reiteración de ofensas sacrílegas contra Nuestro Señor Jesucristo, contra su Santa Madre y contra su Santa Iglesia, a la que siempre sirvió con fidelidad y humildad ejemplares. Ningún juicio contra la raza o el pueblo hay en sus libros, porque creía que nadie era mejor que un judío fiel a Dios y a las promesas de su estirpe, sacerdotal y real, cuando se arrodilla ante la Sagrada Eucaristía, como lo hace Mauricio Kohen en el final de “ORO”,(2) continuación de “EL KAHAL”. Hay judíos fieles a Dios, como Jesús, María, José, Pedro y los Apóstoles, y hay judíos infieles y traidores, como Caifás, Anás y Compañía, que hoy siguen persiguiendo a Cristo aunque son de la misma raza. No es cuestión de raza, sino de Fe y de Verdad, como siempre lo mostró Hugo Wast.

Callar el atentado, no reivindicar la figura de una de las mayores glorias literarias argentinas. Y permitir la ofensa, hasta seguir acompañando al inmoral ataque sin exigir retractación, reproduce la triste actitud del colegio apostólico sin el Espíritu Santo, que se escondía “por miedo a los judíos”.(3) Consentir sin protestas es ser cómplices, o confesar la propia incultura. De los gobernantes, ni hablar: son impermeables a la cultura y no sabrán de qué les hablan: obedecen.

¿Cómo no repetir las palabras de Esteban: “Duros de cerviz e incircuncisos de corazón y de oídos, vosotros habéis resistido siempre al Espíritu Santo…vosotros, que recibisteis por ministerio de los ángeles la Ley y no la guardasteis”? (4)

Si los que deberían hablar juzgan imprudentes la verdad y la justicia y no hablan, aún queremos nosotros seguir rezando: “Ahora, Señor, mira sus amenazas, y da a tus siervos hablar con toda libertad tu palabra” (5)

Edmundo Gelonch Villarino

NOTAS:
1. San Mateo, 26, 59 y ss; 27, 20 y 41; cfr. San Marcos, 14 y 15; San Lucas, 22 y 23; San Juan, 18, 30 y ss, 19, 6 , 12 y 15.

2. “ORO”, Cap. XIII.
3. San Juan, 20, 19.
4. Hechos de los Apóstoles, 7, 51 -53.
5. Hechos de los Apóstoles, 4, 29.

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