“En cambio, lo que sale de la boca procede del corazón,
y eso es lo que mancha al hombre”.
(San Mateo, 15, 18)
y eso es lo que mancha al hombre”.
(San Mateo, 15, 18)
Un amigo, ya fallecido, decía que la reputación de una persona, consolidada durante toda una vida, se puede destruir en un segundo con una palabra. Hace más de veinte años, en una charla de Julián Marías, éste mencionó una expresión de Ortega y Gasset: “el rencor de excelencia”, refiriéndose a la irritación de algunos contra los que sobresalen por su elegancia, inteligencia, posición social; en fin, por cualquier cualidad que los eleve, y que, al no poder alcanzarlos, tratan de desprestigiarlos. Agregó Marías que le sorprendió en ese viaje a nuestro país observar ese talante rencoroso en hombres y en mujeres.
Paralelamente, escribía Ortega en “La Deshumanización del Arte”, que “cuando el disgusto que la obra causa nace de que no se la entiende, queda el hombre como humillado, con una oscura conciencia de su inferioridad que necesita compensar mediante la indignada afirmación de sí mismo sobre la obra”. Y más adelante acota: “La masa cocea y no entiende”.
El pasado 21 de julio, Federico Andahazi, en un programa televisivo, insistió en decir disparates sobre la sexualidad de Juan Manuel de Rosas, arremetiendo también sobre la de San Martín, y lo que es peor, sobre la de su esposa. Esto puede deberse al referido ánimo rencoroso al que aludíamos, lo cual sería de por sí penoso, ya que indicaría cómo viene decayendo la calidad espiritual del hombre argentino, observado hace ya años por un extranjero. Puede tratarse también, nuevamente —y es tanto más grave— de la acción de la Guerra Política de Inteligencia, que procura carcomer el espíritu de un pueblo, entre otras cosas, desvirtuando su historia. Esta posibilidad, de que se trate de una campaña de desinformación, aparece como más coherente, en principio por las facilidades que le ofrecen los medios, y por algunos detalles que se suman en ese sentido. Apunto uno doméstico al pasar: a mi nieto de doce años una maestra, en Junín de los Andes, le enseñó que Manuel Belgrano murió debido a una enfermedad contraída por su afición a las mujeres.
Andahazi manifestó que no podemos entender nuestra historia sin conocer la sexualidad de nuestros próceres. Hagamos un intento de entender algunos hechos de nuestra historia y sus hombres —los mejores y los despreciables— sin mencionar siquiera algún besito furtivo que se hubieran dado con alguien.
El General Mosconi, por ejemplo, en ocasión de un raíd aéreo de entrenamiento, se presentó a las oficinas de WICO —West India Oil Co., filial de la Standard Oil de New Jersey— con la correspondiente orden de compra para la nafta de aviación necesaria, recibiendo una rotunda negativa a la entrega de la misma a menos de satisfacer el importe correspondiente. Al ver la magnitud del problema, se juramentó a cooperar por todos los medios legales a romper con todos los trusts internacionales, librando así al país del estado de vulnerabilidad en que se hallaba por su dependencia a los suministros extranjeros, con el trinomio de peligro, inferioridad y desventaja de la República.
Dice en su libro “El Petróleo Argentino”: “Recibí la Dirección General (de Y.P.F.) con una existencia en efectivo de $m/n 90.041, 60 en el Banco de la Nación (21/10/22) […] Hice entrega de la Repartición el 9 de septiembre de 1931 con un superávit de $ m/n 25.877.034, 60”.
Por otra parte, la producción obtenida en 1922 fue de 343.229 m3 y en 1931, de 817.213 m3, y más importante aún: el número de obreros era de 2.134, de los cuales el 80% era extranjero, y en 1931, 2.732, de los cuales el 80% era argentino nativo. En su circular de despedida manifestó que “El Estado puede ser un buen administrador cuando se dictan y mantienen las normas necesarias a su fin”.
Al morir (el 4 de junio de 1940) dejó una casa hipotecada y nueve pesos con cuarenta centavos en el Banco Provincia. Dijo de él el General Morales Bustamante: “Qué fuerza misteriosa tienen los hombres de excepción, el espíritu sobre el barro mortal”.
Saltando años, según Adolfo Silenzi de Stagni, “Claves para una Política Petrolera Nacional - El Vaciamiento de YPF”, Martínez de Hoz manifestó que uno de los puntos fundamentales de su plan era el “redimensionamiento del Estado”, y que “se liquidarían o privatizarían 39 empresas nacionales y 40 empresas nacionales” (“La Prensa”, 11 de diciembre de 1978). También Juan Alemann, miembro del CARI —Consejo Argentino de Relaciones Internacionales— recordamos, filial del Council on Foreing Relations, a su vez filial del Royal Institute for International Affairs, dijo lo siguiente: “los políticos que critican la privatización en materia petrolera son estatistas, y hay algunos que en el fondo son comunistas disimulados”.
Siguió el vaciamiento y desprestigio de Y.P.F., insistiéndose en nuestra incapacidad técnica y administrativa, y en la necesidad de inmensas inversiones para contratos de riesgo. Cita el Ing. Silenzi de Stagni en su obra al presidente de Pemex, quien dijo (el 11 de septiembre de 1957): “No se puede hablar de que la industria petrolera requiera inmensos recursos de riesgo como de inversión […] Si esas palabras eran válidas en 1957, con cuanta mayor razón lo son hoy, después de veinte años en que el avance tecnológico ha reducido el riesgo a su mínima expresión […] La extensa fundamentación científica sobre los puntos brillantes conduce a una conclusión fundamental: La Ley de Contratos de Riesgo N° 21.778 sancionada por el gobierno del General Videla y que ha permitido la entrega de cinco áreas en la Cuenca Marina Austral a la Esso, la Shell y otras multinacionales extranjeras, se funda en una premisa falsa, dado que tal supuesto riesgo no existe”.
De todos modos siguió el vaciamiento por medio de contratos, la disposición 170/80 de Martínez de Hoz, por la que las Empresas Estatales debían endeudarse cada tres meses con bancos extranjeros y los tremendos impuestos aplicados por éste y Alfonsín.
Llegado el momento, Menem se encontró con algunas dificultades para privatizar Y.P.F., pero para eso están los amigos. Escribía Rodolfo Terragno (“La Nación”, 25 de febrero de 2007): “Menem quería sancionar la ley de privatización, pero no podía. No tenía en el Congreso los votos necesarios, aparte de la abierta negativa de la U.C.R., enfrentaba resistencias del propio P.J.”. Mr. K “ofreció la solución: había asumido la presidencia de la Organización de Estados Productores de Hidrocarburos… si la privatización era reclamada de modo unánime… se vencerían muchas resistencias”. La Provincia de Santa Cruz “recibió en 1993 U$S 654 millones”, Mr. K “envió esos fondos a dar la vuelta al mundo”. “El 1 de junio de 2005 Santiago María Lozada, juez de Instrucción N° 1 de Río Gallegos, mandó las actuaciones al archivo”.
Dijo Carroll Quigley en su “Tragedia y Esperanza”, que “El poder del capitalismo financiero mundial tiene un objetivo trascendental, nada menos que crear un sistema de control financiero mundial en manos privadas capaz de dominar el sistema político de cada país y la economía como un todo, e influir sobre los políticos colaboracionistas mediante recompensas posteriores en el mundo de los negocios”. Su discípulo Bill Clinton reconoció que “cuando uno llega a ser el presidente del país más poderoso del mundo se da cuenta de que es otro el que toma las decisiones. Uno puede ser un presidente virtual, un primer ministro virtual, cualquier cosa virtual”.
Esta confesión vale mucho más que todas sus acrobacias de dormitorio, y puede ser entendible, sin que haya necesidad de sacar a relucir ni una tanguita. Le sugeriría al señor Andahazi que intente bucear en las almas y en las decisiones de los hombres de la historia, los más elevados y los más ruines; tal vez esto pueda ser —y serle— más útil que bucear entre sus sábanas.
Luis Antonio Leyro
2 comentarios:
Loables palabras de quien conoce a
una Nación como la nuestra, y la
irrenunciable tarea de luchar para
salvarla.
Coincido en casi todos los puntos,
hombres faltan en nuestra Patria y
unos sinvergüenzas nos han colmado
públicamente la plaza que es del
estoico pueblo, por naturaleza.
No debemos olvidar las raíces de
los que han fundado la Nación, y
abstenernos de los déspotas que han
violado la conformación de nuestro
olvidado pasado y están en este
siniestro momento destruyendo todo:
y no olvidemos el futuro, que está
encadenado a nuestro presente, como
lo ha dicho George Orwell en 1984.
Propongo a todos reflexionar sobre
Argentina y su función en el mundo,
pues es nuestro destino la grandeza
anclada en nuestras almas.
el pueblo argentino debe levantarse contra estos corruptos y pasarlos por las armas
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