ERNESTO CARDENAL:
“MISERICORDEADO”
En
estos días se supo que el Papa levantó la suspensión a divinis del cura marxista,
poeta, guerrillero Ernesto Cardenal, sancionado por s. Juan Pablo II por su
activa participación en favor del régimen marxista de Ortega.
Pasados
unos años, Ortega regresó al poder, ahora felizmente acompañado en el gobierno
por su mujer, y entrambos siguen ejercitando sobre el pueblo de Nicaragua, las
mismas infamias de antes.
Es
decir, aquellas por las que luchó Ernesto Cardenal.
Es
difícil entender si el levantamiento de la suspensión, de algún modo viene a
significar la convalidación del régimen de Ortega, porque ambas circunstancias están
claramente entrelazadas.
Campea
por ahí un marxismo digamos, “matrimonial”, decadente, podrido hasta la raíz y
empeñosamente corrupto, y que por supuesto no olvida perseguir a la Iglesia
católica y a sus fieles.
Hasta
donde sabemos Cardenal no se arrepintió de su pasado que, demás está decirlo,
en nada se diferencia del penoso presente de Nicaragua. El dato curioso sería
que Cardenal no habría pedido el levantamiento de la sanción. Configurando algo
semejante a lo que Chesterton llamaba “el pecado imperdonable de no querer ser
perdonado”.
Hasta
donde sabemos y de acuerdo al Catecismo, el perdón de los pecados esta
necesariamente ligado al arrepentimiento. Raro, en este caso no lo hubo.
Nadie
ignora que el Vaticano actual postula la teología de la liberación, esa que
hace del marxismo la praxis evangélica para alcanzar el reino, entendido como
una pura felicidad terrena, sin un destino trascendente. “La felicidad del
potrero verde” ironizaba Genta, esa que se agota en que no te falte nada de lo
del mundo, eso sí, te arrebatan la Esperanza.
¿Un
gesto de misericordia? Puede ser, el tipo está muy viejito. Pero ¿con eso
alcanza? ¿Es que envejecer te exculpa? No lo sabíamos. Aunque una misericordia
alejada de la verdad, sin esa caridad esencial, suena a otra cosa, a poca cosa,
suena más a política, a ideología, que a religión…
En
este caso con una carga adicional, consecuencia de la ideología que impulsó
Cardenal, muchos en Nicaragua sufrieron y todavía siguen soportando un régimen
inicuo. Tampoco a ellos les pidió perdón.
Curiosamente
el Vaticano no ha condenado al actual régimen de Nicaragua pese al hambre del
pueblo, al hostigamiento sobre los católicos y a los muertos que carga sobre
sus espaldas. Algo parecido sucede con la Venezuela de Maduro donde Roma
hablaba de “no intervención” y ahora de “neutralidad positiva” (sic), o en el elogio
de China, “a la que nadie iguala en doctrina social católica”, o en la Cuba
comunista, donde no se recibe a los disidentes del régimen.
Por
otra parte los amigos del Vaticano son marxistas o masones. Veamos, el marxista
Grabois prácticamente vive en Roma, a los otros socialistas que llegan,
alegremente los llaman “los troscos de Dios”, el masón Bono recibido en largas
entrevistas privadas, el ateo Pérez Esquivel tiene su sitio, lo mismo que
Bonafini, Solanas o Evo Morales, etc., etc., y por si fuera poco, el periodista
estrella, con catorce entrevistas, es Scalfari, director del diario del
comunismo italiano.
Visto
el cuadro en perspectiva, tal vez no fuese un despropósito pensar que hoy en el
Vaticano, la masonería y el marxismo pisan fuerte.
Miguel De
Lorenzo
25 de febrero
de 2019
2 comentarios:
El Papa Francisco hace un tiempo dijo que las reformas del concilio vaticano II son irreversibles; ahora bien, según el artículo de Miguel De Lorenzo parece que el vaticano ha dejado de ser católico, ¿vale la pena seguir siendo católicos?
Por supuesto, de ello depende nuestra salvación. Que el vaticano este en apostasía no significa que nosotros también tengamos que apostatar.
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