CIRIACO
CUITIÑO
1853
-29 de Diciembre- 2017
Ante
un nuevo aniversario de su asesinato
“Nada
como esa Federala manera de vivir y de morir”
Jorge
Luis Borges
‒ I
–
La
historia falsa te robó la vida,
ya
nadie sabe que tuviste una
alboreada
en Mendoza, la querida
tierra
criolla de altozana luna.
Después
de una cuyana despedida
hasta
Quilmes te trajo la fortuna
y
fue tu espada de Teniente, fiera,
y
tu mano de Alcalde justiciera.
Justo
en tierras quilmeñas, pendenciera,
una
balandra inglesa amenazante
osó
desembarcar en la escollera.
Pero
allí estabas, con valor rampante
defendiendo
el honor de la bandera,
junto
al gaucho, al vecino, al vigilante.
Desde
entonces te vieron las auroras
Jefe
de las Partidas Celadoras.
Tu
fama ecuestre galopó las horas
oteando
anocheceres y terrenos,
batallón
de memorias campeadoras.
Tu
destino era el Cuerpo de Serenos
de
guardia bajo estrellas bruñidoras,
acechando
emboscadas, rayos, truenos.
Lo
supo Juan Manuel y atando tientos
te
confió mazorqueros regimientos.
‒
II ‒
No te faltó el combate a campo abierto
en el Puente de Márquez o en el Norte,
si quedaba pendiente algún entuerto
por desfacer de la unitaria cohorte.
Ven tu mano y detrás ven algún muerto,
un degüello o tu daga, sangre y corte.
Ni ven la patria traicionada al sesgo
ni tu lanza leal, tu cuero en riesgo.
No ven, mi Coronel, a los arteros
puñales de intenciones alevosas.
Cuando sombríos son los derroteros
sólo nos salva Juan Manuel de Rosas,
alistando tropeles de guerreros
encadenando ríos, aguas briosas.
Que el oro gringo nunca te asalarie,
después, no importa, ser de la barbarie.
‒ III –
Un día amanecimos derrotados,
sin ceibos ni calandrias ni pendones
rojinegros al viento. Deportados
nos fueron el honor y los varones.
En Caseros murieron fusilados,
¡cuánto dolor en las tribulaciones!
Tuvo el responso patrio, luto, incienso,
tu cadalso un cordel rígido y tenso.
Un día, Don Ciriaco de San Telmo,
Adalid de los vivas y los mueras,
la cucarda punzó ya no fue el yelmo,
las tacuaras no fueron más fronteras
y el fogón federal no fue más cuelmo.
Camisa al calzón gaucho te cosieras,
pues para un federal, aunque colgado
el pantalón no puede ser arriado.
‒ IV ‒
A viva voz te despediste, recio
como el tronar de férrea sudestada.
El calabozo no encerró el desprecio
hacia el verdugo, y con la voz alzada
llamaste por sus nombres, con aprecio
a cada reo: ¡arriba camarada!
Ordenaste el disparo al fusilero
sin vendas ni temblores, altanero.
Que en el juicio final no esté el cuchillo,
pedía Borges: la filosa faca
con que montabas a tu fiel tordillo,
bermejo el poncho, roja la casaca.
Creo más bien que Dios izó el cintillo
azul y blanco en la celeste estaca,
y le ordenó vivir en recompensa
en la esquina de Luján y Defensa.
ANTONIO CAPONNETTO
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