DURA LEX (???)
“Detrás de tus desvíos todo el año es
carnaval”
(“Siga el Corso”, de Francisco García
Jiménez - Anselmo Alfredo Aieta)
Decía Raúl
Jassen en “Argentina, de Bolívar a la
Trilateral”, refiriéndose a la separación de la Banda Oriental: “Pero Rivadavia es un felón, el peón que
mueve Inglaterra en el tablero rioplatense. Está ligado a la Gran Bretaña por
muchos intereses materiales y no puede sino traicionar al destino nacional de
La Argentina”. Y más adelante: “Nunca
una país había puesto tanto de sí mismo para destruir su propio territorio”.
Claro, este libro es de 1979.
Seguramente
todavía dura el entusiasmo de los festejos
por la democracia; tratemos ahora de analizar, al menos un poco, de qué se
trata ésta. Ya repetimos hasta el aburrimiento que nuestra Constitución
Nacional (CN) no nos satisface plenamente; sin embargo, algunos de sus
artículos son muy razonables. Por esto, y por aquello de que “una pésima estructura es mejor que ninguna”
de Ortega y Gasset en “Democracia
Morbosa”, y ya que es la única que tenemos, es mejor respetarla que
violarla, al menos tan reiteradamente.
Precisamente a
esto se refiere Tomás Julián Persichini, quien presenta su libro “El Omega de Menem” denunciando “La pérdida de la Legalidad Institucional (o
Seguridad jurídica) y de la Identidad Nacional a partir del 8 de julio de 1989,
de resultas del Consenso Raúl R. Alfonsín – Carlos S. Menem, en la necesaria
inobservancia del Art. 31 de la CN”, pasando a transcribir su texto: “Esta Constitución, las leyes de la Nación
que en su consecuencia se dicten por el Congreso y los tratados con las
potencias extranjeras SON LA LEY SUPREMA DE LA NACION…” Y pasa a analizar
las circunstancias del traspaso presidencial de los citados en vista del Art. 29
de la CN: “El Congreso no puede conceder
al Ejecutivo Nacional, ni las Legislaturas Provinciales a los gobiernos de
provincias, FACULTADES EXTRAORDINARIAS, ni la suma del poder público, ni
otorgarles sumisiones o supremacías por las que la vida, el honor o las
fortunas de los argentinos queden a
merced de los gobiernos o persona alguna. Actos de esta naturaleza llevan
consigo una nulidad insanable, y sujetarán a los que los formulen, consientan o
firmen, a la responsabilidad y pena de los INFAMES TRAIDORES A LA PATRIA”.
También transcribe “los motivos de
dimisión esgrimidos en las renuncias simultáneas –fechadas el 30/6/89, y a ser
efectivadas el 8/7/89– del Dr. Raúl Ricardo Alfonsín y del Dr. Víctor Hipólito
Martínez a los cargos de presidente y vicepresidente de la Nación”: “El espacio
para la acción del gobierno en funciones se encuentra demasiado agotado para
enfrentar con posibilidades de éxito problemas en los que cualquier demora
acarreará mayores padecimientos a todos”. No fue defraudado –él, por lo menos–
ni hubieron demoras: “el 17/8/89, a 39
días de haber tomado inconstitucionalmente el Ejecutivo Nacional y el Gobierno,
el Congreso sancionó la Ley 23.696 –de Reforma del Estado– 10 Capítulos; 70
Artículos, 2 Anexos: Privatización o Concesión de las fundamentales 50 Empresas
de la hacienda pública”. Al respecto conviene acotar la opinión del Dr.
Julio González (“Los Tratados de Paz por
la Guerra de Malvinas”): “La metodología
de esta conquista (la de todo el territorio de la República Argentina) fue una
Deuda Externa (DE) innecesaria, fraguada en la casi totalidad de su monto, que
se fue incrementando con el correr de
los años. Para cancelar esta deuda inventada se dictó la Ley de Reforma del
Estado 23.696, que autorizó la permuta de deuda por patrimonio. De esta manera
y con esta metodología jurídica los
intereses anglosajones se posesionaron de la tierra de los argentinos”.
Es interesante
recordar lo dicho por el Dr. González respecto a la rapidez de los
acontecimientos, según quería Alfonsín: 1)
en septiembre de 1989 “la reina
Isabel II recibió en audiencia especial y secreta al senador Eduardo Menem”;
2) dos meses más tarde, en el discurso de apertura de las sesiones del
Parlamento Británico, la misma se refirió “al
inmediato restablecimiento de las relaciones económicas con La Argentina, y a
las ventajas económicas que se
derivarían de ello para el comercio británico”; 3) la visita de una misión
comercial de Gran Bretaña, presidida por Lord Montgomery “para ver las empresas y organismos públicos que La Argentina ponía en
venta por un procedimiento que técnicamente debió denominarse de obsequio o
donación”.
Luis A. Leyro
1 comentario:
La culpa no la tiene el chancho (los ingleses)comerciantes mas rapaces que los judíos, con los que estan amalgamados desde hace siglos. Pero, hay que reconocer que nuesstro pueblo lleva al poder a la antipatria casi sin excepciones. Yo creo que el problema es mas que político, mental ; falla la mentalidad.Y era mejor antes cuando estabamos seguros de estar arriba de toda América de habla hispana. Nos vamos degradando porque ahora somos "multiculturales" y vivimos en "diversidad". Yo creo que es preferible sentir un equivocado desprecio que sentirse par con quien jamás deberíamos emular.
PACO LALANDA
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