LA FIESTA IMPERDONABLE
Todavía algunos de los doce argentinos
muertos, no habían sido sepultados, y la presidente ya bailaba…
Todavía en algunos sitios de Tucumán,
Chaco y Salta seguían los saqueos y la furia, mientras miles de compatriotas a
lo largo del país, lloraban sobre las ruinas de sus casas, o de sus
negocios, o de los que fueron sus lugares de trabajo, la presidente y sus secuaces
festejaban…
En una
suerte de estremecedora evidencia de un cinismo que va más allá de las
palabras, al frente de doce ataúdes, que visiblemente les importaban nada, un
tipo cantaba aquello de “que la muerte no me sea indiferente” y todos
parecían festejar.
Pero si esos ataúdes, que tenían ahí
nomás, delante de sus narices, significaban tan poco, ¿cuál sería
esa extraña muerte capaz de inquietarlos?
Porque muertes y tragedias evitables suceden a
cada momento en nuestro país y a ellos no se les mueve un pelo.
Parece que había que celebrar la democracia y
es por todos sabido, que esa democrática fiesta, está claramente por encima del
dolor de la gente y del oscurecido cielo de la patria.
Ahora bien, es indiscutible que la alegría,
que presupone la fiesta, es una manifestación del amor y por eso, es
oportuno una vez más recordar el comentario que hace Josep Pieper: “Quien no ama a nada, ni a nadie, no puede
alegrarse, por muy desesperadamente que vaya tras ello”.
Y por ahí nos parece que va la cosa, en
realidad ayer hemos visto abundante desesperación, ninguna fiesta, menos
alegría, nada de amor.
Después de ese penoso y tristísimo espectáculo
que duda puede haber acerca del estado psíquico de una persona que baila,
canta, y ríe sobre las tumbas recién abiertas de una docena de argentinos, con
el absurdo agravante que fue el estado que ella preside, el único
responsable de ese desmadre trágico.
Por eso, si se quiere hasta piadosamente,
preferimos llamarla La Desquiciada,
porque creemos que ya no distingue lo real de las fábulas que ella misma
inventó.
De no ser así, de no estar intensamente
desquiciada, habría que pensar en otras categorías morales y aún en
nuevas palabras, lo suficientemente ruines, como para poder describir a un ser
que alardea y envanece con las menos humanas de sus perversiones.
Miguel De Lorenzo
4 comentarios:
El baile de la perendeca me ha hecho pensar en que es casi seguro que en vida, esos muertos la votaron.
PACO LALANDA
La actitud de esta mujer es tipica de una vulgar atorranta!!!
La mejor descripcion, desquiciada totalmente. Dulce Corazon de Jesus libranos de la satanica y sus seguidores. Amen !
Amigo Carlos: Nuestro Señor nos dira: "A Dios rogando y con el mazo dando". Nos dara fuerzas pero debemos luchar.
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