RETRATO DE CRESCENCIO…
Y TODOS SUS IGUALES
Las misas, rosarios, novenas y devociones de toda clase que su pía madre le obligaba a padecer diariamente provocaron en él una violenta reacción contraria: de forma que devino en descreído, y su animadversión hacia lo eclesiástico, en general, y la clerecía, en particular, dejó en mantillas los conocidos odios de su padre, el notario.
Cuando arañaba los quince años había madurado su carácter, cuyos rasgos fundamentales mantendría a lo largo de su vida. Era introvertido, poco hablador, pejiguero y con tales reacciones de violencia que bien podría llamársele rajabroqueles. Su cultura resultaba más bien escasa, pues llevaba malamente el bachillerato, estudiado en casa y con profesores particulares, ya que sus padres continuaban celando su salud y estimaron peligroso enviarle al instituto, ni siquiera a un colegio privado, donde podía exponerse a los más fatídicos contagios. Como tampoco le atraían las lecturas, aunque fuesen las novelas de Salgari o de Julio Verne, tan celebradas por otros a su edad, sus conocimientos resultaban mínimos. Solamente le apasionaban dos cosas: el cine y los toros. (…)
En definitiva, y como se habrá deducido fácilmente, Crescencio era un joven cargante, mal criado, de cortos saberes y, pese a ello, notoria suficiencia. Y absolutamente inútil. Por lo que no puede extrañar que a la hora de elegir preferencias políticas, se hiciese socialista.
Fernando Vizcaíno Casas
(tomado de su libro “Otoño caliente”, ed. Planeta, 1990)
2 comentarios:
Crescencio tiene un primo hermano argentino que es idéntico a él: ambos se parecen como dos gotas de agua.
El primo argentino, se hizo kirchnerista.
Mario Caponnetto
Lo malo es que los Crescencios nacen como hongos despues de la tormenta y terminan votando, al igual que los sabios.
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