lunes, 22 de agosto de 2011

Pinceladas literarias

RETRATO DE CRESCENCIO…
Y TODOS SUS IGUALES
   
   
Las misas, rosarios, novenas y devociones de toda clase que su pía madre le obligaba a padecer diariamente provocaron en él una violenta reacción contraria: de forma que devino en descreído, y su animadversión hacia lo eclesiástico, en general, y la clerecía, en particular, dejó en mantillas los conocidos odios de su padre, el notario.
   
Cuando arañaba los quince años había madurado su carácter, cuyos rasgos fundamentales mantendría a lo largo de su vida. Era introvertido, poco hablador, pejiguero y con tales reacciones de violencia que bien podría llamársele rajabroqueles. Su cultura resultaba más bien escasa, pues llevaba malamente el bachillerato, estudiado en casa y con profesores particulares, ya que sus padres continuaban celando su salud y estimaron peligroso enviarle al instituto, ni siquiera a un colegio privado, donde podía exponerse a los más fatídicos contagios. Como tampoco le atraían las lecturas, aunque fuesen las novelas de Salgari o de Julio Verne, tan celebradas por otros a su edad, sus conocimientos resultaban mínimos. Solamente le apasionaban dos cosas: el cine y los toros. (…)
          
En definitiva, y como se habrá deducido fácilmente, Crescencio era un joven cargante, mal criado, de cortos saberes y, pese a ello, notoria suficiencia. Y absolutamente inútil. Por lo que no puede extrañar que a la hora de elegir preferencias políticas, se hiciese socialista.
   
Fernando Vizcaíno Casas
(tomado de su libro “Otoño caliente”, ed. Planeta, 1990) 
  

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Crescencio tiene un primo hermano argentino que es idéntico a él: ambos se parecen como dos gotas de agua.
El primo argentino, se hizo kirchnerista.
Mario Caponnetto

Anónimo dijo...

Lo malo es que los Crescencios nacen como hongos despues de la tormenta y terminan votando, al igual que los sabios.