La CEA y el crimen del aborto I
A propósito de la
media sanción en diputados de una ley sobre el aborto, la CEA y Celaf dieron a
conocer un comunicado con la firma de su presidente monseñor Ojea Quintana.
El enriquecedor
mensaje pastoral apenas se podría distinguir de otro que sobre el tema hubiesen
difundido Rorty, Foucault, o por caso el polo obrero.
El texto sumatoria de
vagas inconsistencias y tibiezas lastimeras, dice ir en busca de un imposible
diálogo, pero además y de un modo que avergüenza, no hace más que poner la
verdad del Evangelio a la altura de cualquier otra, así por ejemplo: “Si sólo buscamos imponer la propia idea o interés y acallar otras
voces, seguimos reproduciendo violencia en el tejido de nuestra sociedad”.
Cuando leemos eso de “imponer la propia idea” uno no puede dejar de
pensar hasta qué punto este obispo puede llegar en la intención de vaciar al
cristianismo de su realidad esencial.
Resulta ser que aquello de “imponer la propia idea” de acuerdo al
diccionario de monseñor estaría nombrando el Logos, la revelación de la verdad.
Sabemos que los enunciados de ese diccionario, son los propuestos por
la teología de la liberación en alguna de sus diversas variantes y denominaciones,
todas unidas en varios puntos fundamentales.
Como ser el análisis marxista de la historia y de la sociedad como el
único científico y en consecuencia irrefutable, y también y como consecuencia
la lucha de clases, que definitivamente nos conmina a elegir entre el marxismo
y el capitalismo. De acuerdo a este análisis se plantea una nueva interpretación
global del cristianismo, en el que como toda la realidad es política y nada
queda fuera de ella, ni siquiera la teología, esta se transforma en teología
política, en acción, en praxis de liberación.
No es difícil darse cuenta que de acuerdo con ese desarrollo la
separación entre iglesias carece de valor, dado que todas deben alinearse en la
tarea común, el combate contra las estructuras de injusticia y la construcción
del reino, el utópico reino, degradado a una pura mundanidad, porque el reino
prometido es el de aquí y ahora, el de este mundo.
La otra consecuencia del compromiso con el materialismo dialéctico, la
otra tremebunda consecuencia recae en el tema de la verdad. De acuerdo con esa
ideología acceder a la verdad es imposible, pensar en ella es estar en contra
del progreso y es volver a la metafísica, a la que se considera muerta y
después reemplazada por los llamados “juegos del leguaje” que naturalmente en
su innumerable diversidad hacen imposible ponerse de acuerdo ni siquiera en insignificante.
Por lo mismo, el Magisterio ya no debe proclamar verdades permanentes, eso
sería volver al pasado, y lo de ahora es cambiar el mundo y no pensar tanto en
salvar el alma, sino en la felicidad terrena del aquí y ahora, al cabo de la confrontación:
alma-felicidad, serán enemigos naturales, pues “los enunciados escatológicos se
llegan a considerar –dice Ratzinger– como condena de la felicidad humana”.
Entonces, que otra cosa podríamos esperar de la CEA que la monstruosa indignidad
del silencio, frente a la ley criminal, que otra cosa que la no defensa de la
verdad y del Logos, que otra que la insistencia en un diálogo igualitario y
degradado si ellos piensan que la verdad de Cristo y su Iglesia no se
distingue, ni diferencia, ni prevalece sobre cualquier otra.
Es decir no sólo el catolicismo sino las demás religiones resultan
degradas a un objetivo que se logra bien a ras del suelo, sin trascendencia
alguna. Heidegger diría en su momento que la mirada hacia lo alto se halla
obstaculizada. Tal vez lo que ni el alemán sospechase es que el obstáculo surgiría
también desde dentro de la Iglesia católica.
Tal vez debamos ver ahí la razón por la cual la marcha por la vida no
fue encabezada por un miembro, o por todos los miembros de la CEA, será por lo
mismo que ahí no estuvo su presidente, será por eso que le escuché a un cura
que estaba a unos pasos “habló mejor Granata que el insípido obispo que ocupaba
el palco”, será que “no hay que reproducir violencia”, es que la verdad no es
violenta sino condición. Y se trata de nombrar a Dios, porque sin Él, ya sea el
aborto o cualquier otro crimen significan nada.
Y de no ser así, como podríamos afirmar: “valen las dos vidas”, sin un
Dios creador y dador de vida, cuál sería el fundamento último de esa expresión,
por qué tendrían valor las dos vidas, por qué las dos y no una sola, y llevado
al extremo y por lo mismo tal vez ninguna…
Ojea reconoció “debilidades
en nuestra tarea pastoral, tal el caso de la educación sexual integral en
nuestras instituciones educativas etc.” Y hasta es posible, que en el entrevero
entre sociología y teología, el obispo presidente juzgue que la tarea pastoral
consiste menos en evangelizar, que “en enseñar educación sexual integral”.
De todos modos, si
después de tantos años al frente de Pastoral Social, ni siquiera pudo con eso,
el tema preocupa, pero cuando afirma: “Otra vez llegamos tarde”. ¡Qué fracaso,
Ojea! No sé ahora, pero antes, cuando uno en el cargo fracasaba en toda la
línea, debía alejarse.
Pero con ser el
problema más grave y extendido de nuestro tiempo, no necesitamos cura, ni obispo,
ni una entera Conferencia episcopal que enseñe, y profese al monstruo del
relativismo. Para eso alcanza y sobra, con
los medios, los políticos, los ateos, los marxistas, los dirigentes
sociales, etc.
“Creer en la
posibilidad de conocer una verdad universalmente válida, no es en modo alguno
fuente de intolerancia; al contrario es una condición necesaria para un diálogo
sincero y auténtico entre las personas. Sólo bajo esta condición es posible
recorrer juntos el camino hacia la verdad completa.” s.Juan Pablo II Fides et
Ratio.
Volviendo a
Heidegger, es claro que este no tuvo noticia de la CEA y sin embargo algo
entrevió: “La época de la noche del mundo es el tiempo de penuria, porque en
ella es cada vez mayor la penuria. La penuria ha llegado ya a tal extremo que
ni siquiera es capaz esa época de sentir que la falta de Dios, es una falta”.
Es inquietante pensar
que en el comunicado de una conferencia episcopal sobre el crimen del aborto, no
se nombra ni una vez a Dios. Algo muy raro pasa con esos curas, y si además el
último párrafo apenas se puede diferenciar de un agravio a la Santísima Virgen
María, ya no hay otra posibilidad sino considerar que se trata de un grupo de
claudicantes, de curas que capitulan ante la verdad, que capitulan en la causa
de la fe, que ceden ante lo que les reclama el relativismo y ceden además y por
las dudas ante lo que nadie les reclama.
Se podría aplicar la
nota que trae la E. Vitae, “hombres… que se ofuscaron en sus razonamientos… de
modo que su insensato corazón se entenebreció”.
El aborto no es un
crimen porque lo haya utilizado el nazismo, aquel infausto paganismo de Hitler,
tampoco lo es porque la Rusia soviética, haya sido el primer país del mundo en
legalizarlo; descreemos de estas hipótesis por impropias, ante todo es un
crimen vil e indigno y aberrante por ser
una violación, acaso la más inhumana y terrible, del orden natural.
“Cuando desaparece
toda referencia a valores comunes y a una verdad absoluta para todos, la vida
social se adentra en las arenas movedizas de un relativismo absoluto. Entonces todo es pactable, todo es negociable, incluso
el primero de los derechos fundamentales, el de la vida” s. Juan Pablo II
Evangelium Vitae.
Es probable que en la
CEA no hayan leído el catecismo, o las encíclicas anteriores, que las hayan
olvidado o hasta ignorado, no lo sabemos. Lo evidente, es que no las comparten.
En su pensamiento, la única cuestión, de lo único que debe ocuparse la Iglesia,
no es tanto la cuestión de la salvación, sino del sufrimiento de los pobres.
Y claro que hay que
ocuparse, pero no solo, no exclusivamente de los materialmente pobres, sino de
los pobres de espíritu que somos todos.
“Tales intentos son
seudoteología ‒y continúa Ratzinger‒. El hombre que no se enfrenta con la vida,
se niega a vivir esa vida. Huir del sufrimiento es huir de la vida. La crisis
de occidente se debe, no en último lugar, a una educación y a una filosofía,
que quieren salvar al hombre, rehuyendo la cruz, contra la cruz y en
consecuencia contra la verdad”.
Miguel De Lorenzo
Buenos Aires 19 de junio de 2018